En el patio de Godella

La pieza poetiza la última estrofa de El Patio de Godella, “cuando salga de Godella con mi madre me encontraré, con un porrito en la mano, una rosa y un clavel”, como un movimiento de disidencia política, de ataque simbólico a la concepción represiva de los centros penitenciarios.


Durante la acción, se entierran, de forma ilegal, en un macetero cercano a la entrada del Centro de Menores Colonia San Vicente Ferrer, 0,25 gramos de semillas de Rosa Multiflora, 2 gramos de semillas de Clavel de China y 0,5 gramos de semillas de semillas de marihuana de variedades no específicas.


Valencia, 2020

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En el patio de Godella hace referencia a la variable consciente que puede accionar el gesto mínimo al exponer las reglas con las que construimos el esquema con el que analizamos nuestra auto-percepción y generamos nuestra propia acción individual, es el simulacro que se nutre de la permutación de códigos simbólicos estables al hacer énfasis en el acontecimiento que surge de la relación entre acción e inacción.


El Centro de reclusión en el que se desarrolla la pieza, en el que se ejecutan medidas judiciales de internamiento de menores, es, posiblemente, el emplazamiento que, en tono penitenciario, marcara la composición de la canción popularizada por La Choli, a través de un archivo .mp3 que imposibilita la obtención de información concluyente, durante los primeros años de la década de los dosmil.


La Choli nace de la incertidumbre que el relato oral marcó en los años previos al colapso de la globalización hipercomunicada y la crisis financiera de 2008. Entre autora e intérprete, su figura se presenta como una nebulosa de la creación evanescente,  restringida al margen de lo popular, con la forma del outsider al borde de lo político.


El fenómeno cani del principio de siglo, debe ser entendido como la formalización de una serie de mecanismos de defensa hacia un entorno hostil, y de una forma específica a través de la que crear relaciones sociales basada en un aprendizaje adquirido de contextos educacionales y socioeconómicos complejos. De tal manera, comprendemos que el flamenkillo ha actuado como el relato oral de quienes han ejecutado comportamientos como manifestaciones desbordadas de su impotencia y de su fragilidad, a pesar de la actitud de dureza y prepotencia que ha acompañado al movimiento choni en Estado español, especialmente a principios del siglo.


La represión que desde el franquismo se ha hecho con respecto a la delincuencia juvenil, recordada con la estética de las películas de José Antonio de la Loma y Eloy de la Iglesia, se ha hegemonizado a través de un sistema de violencias, más o menos explícitas, con las que se instrumentaliza la estigmatización, el aislamiento y la alienación de las personas menores, especialmente hacia las que se encuentran en situación de exclusión, alcanzando un exponente delicado en la forma y gestión de los Centro de Menores contemporáneos, calando a través de todas las instituciones represivas en torno a la tutela y el comportamiento de menores en el Estado español.