Quiero conocer a dios

Álvaro Porras plantea su intervención interpretando el proceso como un reflejo que tiene que ver con la experiencia física y con la agencia que queda asociada al soporte sobre la que se efectúa. Para ello, hace uso de la cicatriz como recurso, en cuanto a la señal que queda sobre el individuo, un lugar concreto del cuerpo y como elemento simbólico que almacena un momento concreto de la experiencia. La forma en la que se materializa es utilizando las cicatrices del resto componentes del proyecto, a los que pide seleccionar una de ellas basándose en la significación que contenga y enviarle una fotografía en la que aparezca. El método del que se sirve es usar estas fotografías para realizar sobre el papel una composición diversa, elaborando una imagen que remite al paisaje abstracto de la memoria, que deja de ser un lugar en el cuerpo para pasar a ser una composición sobre el papel de este catálogo.

Una vez impresas, las figuraciones generadas vuelven a acusar un relieve, en este caso de manos del artista, que realiza un gofrado sobre ellas utilizando un elemento personal – de oro – para ejecutar la incisión, siendo éste diferente para cada libro. De esta forma, se nutre de un lenguaje en el que cambia ontología de un momento determinado como método de subversión de realidades, buscando en un mientras que plantea una forma diversa en la que la agencia material es capaz de ocupar diferentes espacios.

Comisariado: África Ruiz del Pino, Fórmula Aur[e]a, 2018.