El proceso de un ejercicio es un tiempo que se recorre de manera semiótica. En ese tiempo, la detención, al igual que los patrones en los que el habla se desajusta con la escritura, hace que la semiosis sobre la que se despiertan códigos dote de desplazamientos al marco del proceso.
Con ello, la labor del proceso se despide de los escenarios de reproducción para definir métodos, en tanto que espacios habilitantes, de revelación. Y es que, a pesar de la contienda que enfrentan los términos postdeleuzianos, las condiciones, miradas, ampliaciones, ritmos y constituciones de un proceso pueden entenderse como cuerpos sistémicos que se materializan en estructuras de posición definida. Es en su propia detención, en su demora duchampiana, que puede llegar a darse un proceso de mediación entre la obsesión científico-técnica de la resolución del proceso —definitoria de los escenarios de producción contemporáneos edictiles— y el hacer del proceso. Y así como Duchamp situaría un paradigma en torno a la incompletud del climax, de igual forma el proceso demorado, dilataría su masa álgida para revelarse en su propia internidad.












Álvaro Porras Soriano y Javier Galán
Con el apoyo de la XI Beca de Investigación y Producción Artística de Rambleta.